BAJO LA TIERRA

Corría la primavera de mil seiscientos diecisiete, los esclavos aborígenes escarbaban en la tierra a las afueras de la ciudad, mirados por los yaconas y vigilados por los españoles. Pronto golpearon algo tan duro como un yelmo y liso como una mesa. Alarmados llamaron al Capitán que sentenció: ¡Iremos a buscar más refuerzos!.
No era oro lo que encontraron, pero esa pieza rectangular había despertado gran curiosidad, sobre todo por la leyenda inscrita y cortada.
Fue eso lo que provocó que la robaran los sacerdotes indígenas y que nunca más apareciera.
Solo el viejo capitán recordaba su leyenda: “ESTACIÓN BAQUEDAN...”
Leonel Sánchez Jorquera
No era oro lo que encontraron, pero esa pieza rectangular había despertado gran curiosidad, sobre todo por la leyenda inscrita y cortada.
Fue eso lo que provocó que la robaran los sacerdotes indígenas y que nunca más apareciera.
Solo el viejo capitán recordaba su leyenda: “ESTACIÓN BAQUEDAN...”
Leonel Sánchez Jorquera
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